La Huerta de San Vicente.

En pleno corazón de Granada, junto a la calle Arabial, se encuentra esta casa-museo. Una casa que antaño estaba rodeada por una huerta. Un lugar apto para el descanso y que en su día fue residencia de verano de la familia del poeta García Lorca. 


Allí está el gramófono, el piano, el diván y las mecedoras donde la familia pasaba los estíos.
A finales del siglo pasado se abrió al público el parque en homenaje al poeta. Un lugar que, una vez concluídos los trabajos de Alfacar, cobra un especial magnetismo. Es muy probable que allí, el poeta siga alimentando alguna flor o algún árbol.

Además de las actividades culturales que se celebran, el parque es muy frecuentado. Las mañanas son de los visitantes del museo y de los jubilados que se sientan a leer el periódico. Las tardes, sobre todo, de los estudiantes. Al calor del sol en invierno, o al frescor de una sombra en verano, se les ve leyendo, pintando o estudiando.

En el parque hay una terraza que abre en verano, cerca de un lago. En el lago, los días de fiesta, las familias llevan a sus niños a ver los patos. Las aves se contentan cuando reciben las migas de pan, mientras de fondo se escucha el rugir de la autovía.

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