Plaza de la Reina

El plazar de la Reina nos devuelve buenas vivencias de tiempos pretéritos y cada año nos obsequia con una verbena.




En memoria de mis abuelos, Agustín y Francisca.
El plazar de la Reina es un bello espacio, irregular pero colorido, donde convergen cuatro calles: San Antonio, travesía de la López, Granado y Angostilla.
En su parte baja encontramos la casa del Médico, que en su día albergó, junto al consultorio y la sala de curas, una biblioteca. Allí fue donde los niños de mi generación tomamos el hábito de la lectura con Asteríx y Obélix, Tintín, Los Tres Investigadores o las historias de la colección Barco de Vapor. 
Los de más edad pudieron encontrar un lugar para entretenerse con el Córdoba, las enciclopedias o las partidas de ajedrez.
Esta luminosa plaza fue en su día lugar de bancos. Aún recuerdo cuando Rafael Pastor González, muy apreciado por mi familia, atendía a los ahorradores en su sucursal del Hispano Americano. Con el tiempo, y justo dos casas por debajo, hubo oficina colaboradora del Santander.
En medio de ambas casas, en el número 7, los lugareños recuerdan una panadería artesana que fundara en los años 30 Agustín Bobadilla. Allí  se elaboraron panes, barras y roscas de pan artesano hasta la jubilación de su hijo. 
Después, fue lugar donde mi tío (d.e.p) compusiera sonetos profundos y trascendentes bajo el nombre literario de Menchobe, de lo que pueden dar buena cuenta las publicaciones gráficas de nuestra villa.  
Justo en medio de la plaza se erige una cruz de calatrava, sostenida con sillarejos de granito, que a su vez sujetan cuatro farolillos. Todo ello esta rodeado por bello jardín triangular. En el ángulo inferior antes hubo un buzón de correos, ahora un banco, como en cada una de sus esquinas, para sentarse y contemplar la estancia.
En la parte alta de la calle destacan casas muy bonitas, destacando la del Sr. Prada que es unión de dos, y que sobre su tejado se puede apreciar una pequeña torre. En una de las puertas aún queda el recuerdo de un laboratorio. A la izquierda, y en el número 11, hay una bella fachada con labor de granito y forjado de hierro sobre las ventanas.
Es una plaza que nos devuelve las buenas vivencias de tiempos pretéritos y que cada año, por San Antonio nos obsequia con una alegre verbena.
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